Me
tomé unos cuantos días para escribir algo. No será diferente a lo que pensaba
el domingo a la noche, quizás hoy escriba con menos dolor … bue, no sé.
No
entiendo realmente lo que pasa con la Selección Argentina. O quizás sí. Creo
que cuando los jugadores argentinos llegan a una final les pesa mucho en sus
cabezas los años de arrastre de tantas frustraciones, los 23 años sin un título.
De otra manera no se puede comprender que hasta las semifinales el equipo
juegue de una manera y que en las finales se manque. Se llegó a 3 finales en 23
meses y medio. Algo más de 360 minutos de fútbol en los que no se pudo
concretar un gol, cuando ese es, quizás, el mayor potencial de nuestro equipo.
En este último año, en sus ligas, entre Messi, Agüero e Higuaín hicieron unos
90 goles. ¿Qué les pasa, entonces, en las finales? Para mí que no pueden
abstraerse de esa presión que significa para un país tan futbolero como el
nuestro que sigan pasando los años y las Copas no se logren. Llegan a una final
y se transforman, para mal. Cuando debería ser el momento en que salgan a la
cancha a comerse los rivales, pareciera que las piernas se les paralizan. Messi
deja de ser Messi, no pierde sus destellos, pero deja de ser decisivo. Está
bien que, como se ve en una de las fotos que pongo por acá, no tiene la
compañía de otros partidos y mucho menos la que tiene en su club. Agüero la
rompe en eliminatorias y amistosos, y en las Copas no existe. Higuaín la emboca
en todos lados, pero en las finales se come goles insólitos. El domingo, cuando
le robó la pelota a Medel y enfiló para el arco, su cuerpo habló por él. Fue
evidente que lo primero que se vino a su cabeza fue el gol que se comió contra
Alemania en Brasil 2014 y en ese momento hizo un leve movimiento hacia su
derecha y picó la pelota por encima de Bravo, cuando la jugada pedía cualquier
otro tipo de definición, con decisión y sin titubeos. Pero se nubló con los
recuerdos en el momento preciso. ¿Y Di María?. Desequilibrante por donde se lo
mire, pero ya no resulta una coincidencia que se lesione ante momentos
decisivos.
Y
no sólo son los jugadores, los DTs también son otros ante una final. Todavía no
se entiende el cambio de Agüero por Lavezzi en la Final del Mundial 2014,
cuando el Pocho estaba jugando uno de sus mejores partidos con la albiceleste.
Lo mismo que sucedió el domingo con Martino que mantuvo en cancha a jugadores
que no podían con su físico, no aprovechando que el reglamento ahora permite un
cuarto cambio.
Lo
del Tata esta vez tiene más culpa, porque se encaprichó con llevar a la Copa a
jugadores en mal estado físico, al punto que, por ejemplo, Pastore nunca estuvo
disponible. Hasta último momento se mencionó a Lautaro Acosta como alternativa
de reemplazo en la lista de 23. ¿Cómo no imaginar, con más énfasis los que
somos Granates, al Laucha poniendo toda su garra, habilidad y velocidad, en el
alargue de la final, pasando como postes a los defensores chilenos casi
agotados?.
Una
gran tristeza sumar una nueva frustración en una final … Mundial 2014; Copas
América 2004, 2007, 2015, 2016; Copa Confederaciones 2005 … Son demasiadas.
¿Y
cuál es la solución? ¿Qué Messi renuncie a la Selección? … Noooo!! Sin Messi no
somos nada!! Pese a todo, a que sus tres finales no fueron buenas, vale ver un
video que circula en las redes sociales, sobre la real diferencia entre
Maradona y Messi. Si los de adelante (llámense Higuaín y Palacio) embocaban al
arco como hicieron los de la generación del Diego (Valdano, Burruchaga), hoy
Leo también sería un Dios.
Entonces
me sumo al #NoTeVayasLio … Armemos un equipo en función a él. Que juegue como
en Barcelona donde no es el único responsable del equipo, donde el peso del
partido lo comparte con otros … Para mí,
por más que el fútbol argentino no lo acepte, por más que se tome como un
deshonor, hay que poner un DT extranjero en la Selección. Que se arreglen todos
los quilombos de la AFA, que pongan la guita que hay que poner, y que le den el
buzo de técnico a Guardiola … Por favor!! #PepALaSeleccion